El pasado 14 de diciembre, el doctor en Medicina Jesús Poveda de Agustín, visitó el Colegio Mayor Somosierra para hablarnos sobre su trayectoria profesional, iniciada con su graduación en Medicina por la UAM, donde actualmente es profesor.
Jesús, que consiguió una beca por la Fundación Española contra el Cáncer, le permitió trabajar por un tiempo en Oncología del Hospital la Paz. Su tesis versó sobre la relación médico-paciente. Actualmente compagina la vida docente con una consulta psiquiátrica especializada en el trato de padres de adolescentes. Su tema más recurrente ha sido la muerte al final de la vida, lo que se refleja en el libro que publicó en 2009, titulado El buen adiós.
Jesús Poveda y su definición de personalidad
Su definición personalidad: Rasgos estables en el modo de pensar, sentir y actuar. ¿Nace o se hace? Ambas. Tres condicionantes: la genética, el entorno y la libertad. No existe únicamente el destino, es verdad que nacemos con unas cartas repartidas en nuestra vida pero es nuestra elección como jugarlas. Podemos hacer lo que él define como quiebros al destino: lo que pasa podría no pasar.
Su definición de Madurez
Para Jesús Poveda de Agustín, la madurez es la capacidad de tomar decisiones uno mismo.
Hicimos un ejercicio rápido en el que simplificamos que si imaginamos algo en el que se cumplen nuestros objetivos estamos más cerca de lograrlos, para demostrar la gran influencia que tiene el pensamiento en nuestra vida.
Jesús destacó que, pese a la situación en la que vivimos, la pandemia nos ha hecho aprender a hablar y escuchar con los ojos. Además cree que estábamos muy alejados de la muerte y que la Covid ha traído la presencia de la muerte a nuestras vidas.
Anécdota de la consulta: adolescencia, equivalente a falta de conocimiento y comunicación. Padres preocupados por hijo de 13 años porque parecía que traficaba con drogas en el colegio (escucharon hablar de “petas”). Fueron a consulta y el doctor Poveda quiso entrevistarse con el adolescente. Resulta que el niño vendía petardos. Ejemplo de problemas de comunicación.
Una vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir.